El movimiento paredista de los camioneros brasileños demostró fuerza ante la política actual de precios de la petrolera nacional que cambió el escenario de la producción nacional, la cual no tiene como soportar los costos de un movimiento diario de precios que vienen siendo practicados.
Lo que quedó demostrado claramente es que el petróleo no es nuestro. Esa energía tan esencial para el mantenimiento de la producción y de los servicios internos se encuentra en manos de un mercado que no admite pérdidas, aunque sea para resolver un problema crónico del transporte nacional.
La búsqueda de beneficios es la base de ese mercado, no importa si la mayoría de la población no tiene condiciones de asumir la política de precios adoptada. El principio del libre mercado no puede prevalecer ante la ganancia de unos pocos que se enriquecen en detrimento de muchos, siendo esa la actual política de precios siguiendo la lógica del mercado.
Ningún sistema político puede subsistir imponiendo políticas de transferencia de renta de los más pobres a los más ricos. Si no hay un equilibrio de fuerzas donde todos cedan un poco, el impasse va a continuar, y los daños serán enormes para la economía nacional.
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